El origen de Fundación Ayüwn se enmarca en la necesidad de crecimiento del Club Ayüwn, el cual, desde su creación en el año 2010, se ha dedicado como club de montañismo a la inclusión de personas con discapacidad. El objetivo inicial del club fue crear salidas de trekking para fomentar espacios deportivos inclusivos, aunque con el tiempo su labor fue creciendo al generar nuevas áreas de apoyo, dado que el trabajo realizado no sólo impactó como actividad deportiva sino que logró contribuir en el proceso de rehabilitación psicológico y emocional de personas que han nacido o que durante su vida han perdido parcial o totalmente algún sentido, teniendo además un impacto en el entorno de los participantes al apoyar a sus familiares y amigos, funcionando como un espacio de contención, facilitando el proceso de adaptación al ayudar a entender que podían seguir realizando actividades deportivas outdoor como muchas personas lo hacen.
Por su parte, los voluntarios que participan de las salidas encontraron un espacio de sensibilización, logrando una cercanía con las personas a las que guían, empatizando con sus historias de vida, entendiendo de fondo lo que es vivir con una discapacidad en nuestro país.
Inicialmente, las actividades estaban diseñadas para personas con discapacidad visual, aunque con el tiempo se han sumado otros participantes, logrando incorporar a personas con discapacidad auditiva, física e intelectual.
Ayüwn ha tomado cada vez mayor visibilización, pudiendo apoyar durante estos 14 años a muchas familias que han encontrado en el deporte un espacio mágico para disfrutar y compartir.
Elegimos el nombre Ayüwn por sus significados en la lengua mapudungun (o mapuche). Estos son: Felicidad, Alegría, querer, amar, seres felices… seres que aman. Estos significados interpretan completamente los deseos y valores de vida de cada uno de los miembros del Club, sobre todo cuando realizamos nuestras actividades.
Quienes nos unimos a este equipo, somos personas que, más allá del amor por la montaña, buscamos aprender, crecer y vivir algo a lo que estamos acostumbrados, pero desde otra arista, lo que implica algo completamente nuevo, teniendo la humildad de vivir esta experiencia como si fuéramos niños y salir de la seguridad de lo conocido. Esta actividad nos ayuda a llegar a la raíz y reconocer que todos somos personas, somos todos iguales y que, solamente, vivenciamos el mundo de distintas maneras, valorando así a las personas sin importar sus características, ampliando nuestra mirada hacia el respeto y la diversidad.